Rosana Esmilce Rivaldi Guirland

De la unión de Manuela
Evangelista Guirland Mancuello y Celestino Romualdo Rivaldi Vera, llegué al
mundo con el don de la vida, con la ayuda de la tía Simeona, partera
empírica, el 30 de setiembre de 1973, a
las 5:30hs.de la mañana, con la participación de toda la familia me dieron el
nombre de Rosana Esmilce Rivaldi Guirland, nací en mi hogar hecho por mi
abuelo, padre y tíos con la rudimentaria técnica del estaqueo con techo de
paja, en la esquina de una inmensa chacra. Mis hermanas Luz Bella Esther y
María Lourdes, me llamaron mi muñequita, evolucionando después en mi apodo
Muñequi, en mi niñez y Muñe hasta ahora.
Pasamos a vivir en la
ciudad por venta total del campo de mis abuelos, mi padre trabajador con un
sólido arandu ka’aty, enfrentó todo tipo de trabajo con su lema “che familia ndohasaichéne
temikotevẽ”, nos mudamos a Itapúa detrás de trabajo, ahí en mi primera
infancia, guardo el bello recuerdo de mi madre que me cantaba la Canción
“Chiquitita” del grupo Abba, sentada en su regazo, a la par que escuchábamos en
una radio de color rojo, de limitado alcance, AM, con un cable para arriba y
otro hacia abajo para disminuir la descarga con el efecto de la tierra. Aun le
veo a mi madre prendida a la radio buscando la señal para escuchar Radio
Arapysandu de San Ignacio Misiones, con la constancia iba detectando la hora,
el estado del clima, para poder solo escuchar algunos ratos las novedades de
nuestro pueblo y una inevitable lagrima de nostalgia y emoción rodaba por su
rostro. La ternura era igual cuando volvíamos cruzando un campo, cargada ya
dormida en forma alternada por mis padres, luego de cada fin de día que
volvíamos de ver la tele, blanco y negro, a batería, con la reunión alrededor de
la misma de todo el barrio, los niños nos sentábamos, en silletas para ver películas como el Zorro,
más adelante novelas de Verónica Castro, y el Noticiero “Hora 20”.
En los feriados la ilusión era tal, cuando
viajábamos a Puerto Pirapo, en la casa de mis abuelos paternos, donde la máxima atracción y diversión era el
Tocadisco, un disco giraba dentro de una caja trasparente, mirábamos los niños
con las manos detrás, por la magnificencia de lo observado, para luego
liberarnos en saltitos y corridas entre nuestros padres, tíos y abuelos cuando
ya se iniciaba el baile al son de polcas, guaranias y chamames.
Ya mediados de mi segunda infancia cuando
volvimos a nuestra tierra natal, mi padre con su indemnización había comprado
una radio grabadora, con casetes, mis hermanas adolescentes disfrutando también
de programaciones radiales, y al fin la
televisión blanco y negro en casa, ahí ya recuerdo la atención de toda la
familia, cuando mi madre o mi padre se ocupaban de darle la vuelta cuidadosa a
la antena de tacuara cuando por horario, veíamos entre el canal 12 argentino, el
canal 7 de Encarnación y el canal 9 de Asunción, el grito al unísono con mis hermanas cuando le daba a la mejor imagen y
sonido.
Ya terminada la
primaria, caminaba 10km diarios en total, ida y vuelta a la Escuela y al
Colegio un poco más, estudiando a la luz de la vela y la lamparita hecha en
casa con latas recicladas, cordones gruesos
y a querosén, con la algarabía total cuando de vez en cuando se encendía
la lámpara petromax, con sombrero, se inflaba a mano y la luz iba ampliando su
luminosidad la oscuridad del campo.
Ya en 1989, con 16
años, tuvimos la instalación eléctrica
por ser una zona entonces rural, y con ella la heladera, la plancha eléctrica,
la licuadora, la radio y la televisión, que ya no era problema que termine la
pila o la batería, para nosotros era lo máximo. En esa infancia y adolescencia
feliz obtuve distinciones en la Escuela y en el Colegio.
Marca mi historia, la
partida sorpresiva de mi madre cuando tenía 18 años, con su sueño de que yo
como su hija menor estudie en la facultad, sumisa y transformada por la tragedia, ya ni
recordaba la posibilidad de estudiar en la Universidad, cuando mi padre le
sueña a mi madre diciéndole que me haga
estudiar, motivo que le llevó a inscribirme en la Universidad Católica Nuestra
Señora de la Asunción, Campus Itapúa, con Unidad Pedagógica en San Ignacio
Guazú, voy inicialmente al probatorio con la idea de seguir la carrera de
Ciencias Contables, aunque mi madre en vida había sutilmente mencionado que
quería que estudie pedagogía, esto se cumple al presenciar y vivenciar la
calidad humana de la profesora de Sociología en el probatorio, la Profesora
Gladis Cabral Flores, opto por el énfasis de Idiomática, pensando seguir luego
Matemáticas por mi indecisión, con segundo en pedagogía, estudio en el diurno
Formación Docente, y en turno tarde Dactilografía, ocupaba mi tiempo y mi mente
para poder vivir sin mi madre, al igual que con una intensa vida espiritual por
medio de retiros y actividades religiosas como catequista de confirmación.
Cursando el tercer
curso de Pedagogía, se introduce la Materia “Informática”, nuestro Profesor un
hábil técnico, escribía velozmente unas combinaciones de letras y símbolos que
llamaba sistema DOS, que al mostrarnos en procedimiento en la máquina iba tan
rápido en su explicación al ritmo de su tecleo, que sumado a nuestra fobia a la
máquina, por ser internautas, lo convirtió en la materia más difícil de mi vida,
con algunos alivios por mi conocimiento del teclado e incipiente uso de dedos
en dactilografía.
Ya en las fases finales
de mis carreras me caso, y tengo dos hijos maravillosos, Roberto Emmanuel,
todavía usaba pañalines lavables y un poco más de dos años Alejandro Jesús, ya en
la era del uso común de pañales desechables.
Uno de los cargos que
asumo ya como profesional es el de Secretaría del Turno Mañana en el Colegio
Nacional de EMD, “Don Rigoberto Caballero”, institución de origen de la
secundaria, ya en el tercer año se logra tener más computadoras fuera de la
Secretaria General, y de escribir a mano 14 planillas, todas la libretas y
documentaciones, empiezo a cargas los puntajes en formatos ya preparados por el
Administrador o el Secretario General.
Unos años después de ejercer como maestra rural
de primaria, luego catedrática de Lenguas, castellana, guaraní, Desarrollo
Personal y Social, Didácticas, Literaturas, Psicología y Metodología, de todos
los cursos de la EEB, bachillerato
técnico de Electricidad y Mecánica e Instituto de Formación Docente, con la
vocación de servicio ya venía siendo voluntaria en las capacitaciones, a raíz
de eso unos años después me liberan unas 72 horas para pasar a formar parte de
la Supervisión Pedagógica, es cuando empieza mi desafío de estar a la vanguardia
con todo en educación, ya pude comprar la computadora de escritorio, que
todavía con la fobia, apenas empezaba a usar.
El celular empieza a
tener solo mi marido, que me sirvió para escucharle a mi padre última vez con
vida, ya que en el 2005 también me dejaría a raíz de un infarto, él siempre
trabajando lejos, esa situación, sumada a mi experiencia con mi madre otra vez me
lleva a orillar la depresión, de igual forma que con mi primera perdida,
historia personal que me lleva a más adelante a formar parte de organizaciones
comunitarias, religiosas e intersectoriales para atender casos varios de
problemas de salud mental.
Tuve mi primer celular
cuando le sacamos a mi hijo mayor el suyo por indisciplina en la sala de clase,
ese número desde el 2007 sigo conservando hasta hoy.
Cuando ya estudiaba la
Maestría en Ciencias de la Educación con Énfasis en Investigación Científica, cuando
mandé copiar una Monografía para una de las materias más importantes, ya que
rendiríamos también en forma oral y con el mismo Rector de la UNP, Víctor Ríos,
cuando encuentro mi trabajo con muchos errores de ortografía e incluso omisión
de artículos, corrijo con lápiz para papel, le cuento a la Auxiliar y ella
comprende la situación, y no afecta a mi resultado, sin embargo esa
circunstancia me hizo volver resuelta a usar mi computadora para poder corregir
hasta el último momento, fue así que con ensayo, error e intuición por medio de la practica fui desarrollando mi
competencia en informática, planificando
todos los domingos para mi marido docente de primaria y todas mis cátedras y
proyectos de supervisión cuando podía todos los días. Mi tesis lo hice en
coordinación con mi tutora luego de entrevistas y revisiones personales, vía correo electrónico, desde un ciber al
comienzo y luego captando la señal del Colegio cuya contraseña estaba
autorizada utilizar, ya entonces tenía mi notebook, que se convirtió hasta hoy en mi fiel aliada para todo. Como
Profesora en cursos de posgrados, de Didáctica y Maestría, recibí actualización
para el manejo de plataformas. Estudié especializaciones vía plataforma,
apliqué el uso didáctico del celular, los videos, documentales, libros,
artículos científicos, dibujos, tutoriales, ya sea en mi ejercicio profesional
como estudiante también.
Como docente
universitaria de cátedras como Gestión de Proyectos, Taller de Tesis y Guía de
Tesis en la actualidad, Ética, puedo combinar la ciencia humana con la
tecnológica y encontrar la interdisciplinariedad en los proyectos y en la
investigación, ya que se deben aplicar las asignaturas técnicas, y coordinar
con mis alumnos por medio del whatsapp y el correo electrónico la revisión y
entrega de trabajos ampliando el espacio físico del aula y la optimización del
tiempo. Utilizo la tecnología todos los días, tengo mi propio proyector, mi
modem, mi notebook y mucha pedagogía emocional para cautivar a mis alumnos, y realmente disfruto de mis
clases porque les veo disfrutar a mis jóvenes.
En el IFD de San
Ignacio, estamos con lo último de la tecnología, hemos presenciado talleres en
conectividad con todos los Institutos del país, estamos con cursos de TIC en el
aula, con drive, plataforma, google forms pero en su fase inicial.
Hoy me considero una
real internauta consciente de sus limitaciones y del desafío de manejar el
mismo lenguaje de nuestros nativos digitales, niños y jóvenes a quienes nos
debemos en educación, por lo tanto no pierdo una sola oportunidad para aprender
y disfrutar de sus beneficios.
Mi historial personal
marcada por muerte sorpresiva de seres queridos, se agudiza con la perdida de
mi hijo mayor Roberto Emmanuel, hace tres meses en un aparatoso accidente que
llevó cuatro vidas. Hoy mi hijo menor,
la computadora y el curso CTS, son mis mejores terapias para ocupar mi mente,
mi espíritu y aspirar conocer más para
ser útil a los demás en nombre de mi hijo lleno de amor y alegría y así forjar
mi gestación a este nueva vida que con pasos inseguros y hasta sumida en una
nebulosa de inconciencia voy andando,
desparramada de dolor a los pies de Jesús que pasó mucho más y refugiada
en el Corazón de su Madre María que se siente literalmente atravesada por una
espada.
El espíritu fortalecido
con prueba de fuego, trasciende por medio de obras genuinas en bien de la
humanidad, ese es el sentido que me impulsa a seguir adelante, la ciencia y la
humanidad no son opuestas, forma parte del Desarrollo Humano. No lo digo yo, mi
historial personal lo muestra, el debate del valor de la vida al filo de la
muerte acaso no es lo más determinante de la humanidad? Si en 1992, con mi madre mi terapia fue el libro de Sarthou
con más de 1500 páginas de Historia Universal, el lápiz y el cuaderno, en el
2005, el último sonido de voz de mi padre lo percibí por medio de un celular y
hoy 2019, con el pedazo mismo de mi ser con el que se varía el orden natural
del ciclo vital, estoy aquí, con plena
terapia de recuperación con lo que me gusta, con un curso virtual, con internet
y miles de información en todas las formas, es la evidencia de aplicación
humana de la ciencia.
Mi vida personal,
emocional desde Chiquita en la AM, y
profesional hoy con 2.0, comprueba mi protagonismo en una era de cambios, que
al ser tan extremos se puede hablar también del cambio de la misma era.
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